Aprendí gracias a mis maestros y por la misma práctica profesional que para guiar procesos de transformación y desarrollo organizacional es necesario desarrollar una interminable comprensión de los principios y las formas que el tiempo adopta en cada organización, grupo y vínculo interpersonal.
La semana pasada se generó un muy lindo intercambio en el curso de “Regeneración organizacional” junto a Ronald Sistek sobre las diferentes expresiones que adopta el ritmo, uno de los tres patrones esenciales que él identifica en los procesos de evolución de los sistemas vivos.
El fuir de los intercambios me permitió compartir dos aspectos también esenciales del ‘tempo’ organizacional, como sistema social. Dos componentes esenciales tanto para la determinación como en la expresión del ritmo de la vida de una organización: la intención y la conectividad.
En el campo de la organización humana, que denominé hace un tiempo como SSITAC (Sistema Socio Info Tecnológico Adaptativo Complejo), la intención de los actores configura el campo de acción concreto del organizarnos, del crear para emprender y del emprender para realizar.
El ritmo vital de la organización y su tiempo para evolucionar está determinado por el interjuego de intenciones de los principales grupos de interés, que se articulan en dinámicas más o menos virtuosas de supervivencia, crecimiento y reproducción organizacional. El alcance, ritmo y salud del proyecto organizacional es un resultado móvil, dinámico de este interjuego de intenciones.
Ninguna organización se moverá más rápido que el querer de los grupos de poder y su capacidad para incidir en las intenciones de otros. Ni más, ni menos, con todo el potencial generativo y destructivo que esto conlleva.
Por otro lado, está la conectividad o conexión social, que determina la calidad del flujo de las convesaciones, decisiones y acciones, por lo tanto, el ritmo del desempeño, el desarollo y la transformación. Dicho de manera simple, la velocidad para evolucionar depende de la habilidad de la organización para interdepender y coevolucionar interna y externamente. Una organización que se regodea neuróticamente como la idea cliché de que “trabajan en silos” está declarando que su velocidad de cambio es baja, al igual que el desempeño presente con relación a su potencial actual.
En un articulo previo comenté que, desde la perspectiva de la salud organizacional, este tipo de relatos que sostienen la realidad son, además, negligentes a esta altura del siglo.
Entonces, si quieres comprender mejor lo que aprecias en las organizaciones que habitas respecto de su ritmo vital y evolutivo, registra con atención qué ocurre con las intenciones en los grupos de mayor poder y cuál es el nivel de conectividad con el que están acostumbrados a trabajar en condiciones normales de temperatura y presión. Un tema tan fascinante como inagotable.
Para finalizar, les dejo una breve historia con la que acompañé la publicación de la foto que ilustra este artículo en mi Instagram (para mí, la imágenes son historias y viceversa). Siento que está relacionada, por hacer referencia al Aión, al tiempo circular, al tiempo platónico de la vida.
Caí en la trampa fácil
de pensar al alambre como trampa.
Al volver a la imagen
me di cuenta,
que la trampa es ella,
la niebla.
Inquietante velo
del tiempo circular.
Buena semana 😊
Copyright © Mariano Barusso, 26/06/24