Siempre me despierto con alegría en el primer día de mayo y con ganas de escribir al respecto, como un ritual de agradecimiento. Porque disfrutar del trabajar es lo más lindo que a uno le puede pasar en la vida y lo que nos inscribe en un buen trabajo: el del viaje, el del proyecto vital, el de la creación de valor junto a otros y, sobre todo, el del servicio a los demás.
Porque trabajar es fundamentalmente servir a otros y a lo que la circunstancia demanda; al contrario que cuando hacemos algo solo para nosotros y para saciar nuestras propias ansias, como puede ser un hobby. Es por ello que, si estamos atentos y observamos, el buen trabajar nos devuelve reconocimiento, motivación y estima de manera silenciosa, desde las consecuencias perceptibles de nuestras acciones en los demás. Un círculo causal virtuoso e imperturbable.
Hoy quiero referirme al que considero el mejor trabajo del mundo, el de liderar. Liderar vivido como propósito y profesión, no como posición o “cargo”. Me voy a centrar también en el buen liderar, el que desplegamos quienes nos impulsan originariamente motivos intrínsecos de ayuda a los demás y, que con el paso del tiempo van dando lugar a motivos trascendentes a las personas y grupos con los que trabajamos de manera directa. Ese liderazgo que es reticular, que parte de la alianza con otras personas como condición mínima de emergencia (la díada es la unidad mínima de liderazgo).
Me centro en el buen liderar como profesión elegida porque las demandas mundiales por el mismo superan su oferta desde hace años, porque es un trabajo que debe cargar con el peso monumental de ilusiones sociales infantiles de completud y omnipotencia, y porque, aunque hay más de un 30% de equivalentes de empleos de tiempo completo (FTE) de liderazgo en riesgo, es una de las profesiones que mayor sostenibilidad futura promete, cuando nos referimos al de liderazgo por vocación.
El liderazgo genuino es una de las profesiones con mayor sostenibilidad futura.
La práctica profesional con cientos de líderes por año y la misma investigación constante que realizamos en Asertys nos indican que el liderar como trabajo está experimentando una profunda transformación, como correlato de los grandes cambios ambientales, sociales, tecnológicos y organizacionales del presente.
Es fascinante estar protagonizando este cambio de época. Sobre todo, por la interpelación a la que nos enfrentamos aún quienes lideramos desde el propósito: la pregunta necesaria sobre, ¿cuál es nuestro trabajo? Porque si trabajar es crear valor para otros, la definición de nuestro liderar debe evolucionar conforme cambian las expectativas sociales sobre nuestro trabajo.
El reciente estudio de McKinsey sobre “El estado de las organizaciones 2023” (Abril, 2023), muestra una vez más la tendencia que afirmo previamente: solo un 25% de los respondientes afirman que el liderazgo colectivo de sus organizaciones es inspirador, autoconsciente e influyente a nivel ecosistémico. Un ejemplo más sobre el posible descalce entre el mundo que habitamos y las razones por las cuales tanta gente ocupa posiciones de liderazgo.
No es necesariamente un mal número si nos corremos momentáneamente de expectativas de proporciones ideales de liderazgos llenitos de propósito. Sin embargo, tomemos en cuenta que estamos hablando una pequeña muestra del mundo corporativo y que, si aplicamos la mirada al campo social, seguramente las proporciones cambien… ¿para menos?
No tengo dudas de que están desapareciendo millones de posiciones y puestos de liderazgo, así como afirmo con convicción que van a escasear verdaderos trabajadores del liderar, principalmente para desarrollar la vocación y capacidades de liderazgo en otros. Porque el desafío por delante para este mundo convulsionado es el de generar masa crítica de líderes desarrollando líderes que desarrollan líderes.
Mientras desaparecen millones de posiciones de liderazgo, van a escasear los verdaderos trabajadores de liderar.
La perspectiva de esta labor es a la vez fascinante y abrumadora. No nos engañemos, la declinación en la masa crítica de liderazgo es directamente proporcional al ambiente VICA que seguimos exponenciando como humanidad: elegir liderar en este contexto requiere de la motivación firme de navegar en aguas turbulentas, en pos de resultados diferidos y con la condición de desarrollar capacidades socio-tecnológicas inéditas. Es esperable que no haya mucha gente que se postule, ¿no?
Si quisiéramos darle alguna corporeidad de nivel mundial y jugáramos con la idea de un 10% de líderes auténticos requeridos, estamos hablando de 1.200 millones de personas. Un desafío enorme para el sector público y privado. Si lo cruzamos con la calidad de la selección para los puestos de mayor poder, el resultado es un poco inquietante a nivel de los gobiernos democráticos del mundo.
Es claro que liderar hoy es liderar para este contexto, no para uno predecible, estable, simple y amigable. Quienes disfrutamos del liderar debemos naturalizar el hecho de hacerlo en la época que nos tocó y renovar el compromiso con nuestro propósito para esta circunstancia; no para una que no existe y que probablemente no será.
Si lo dicho hasta aquí te resuena, te ofrezco algunas preguntas sobre las que vengo trabajando codo a codo estos años con tantos líderes que le dan sentido a mi labor. Son preguntas para repensar nuestro liderazgo y para seguir creciendo. Porque en momentos de transición, prefiero las preguntas a las prescripciones, porque las primeras abren a una nueva comprensión, mientras que las segundas conllevan el riesgo de la repetición. Al mismo tiempo, promover la comprensión es una de las acciones primordiales de liderazgo en entornos turbulentos.
Nota al pie: Además, considero que ya bastante presiones son las tenemos con esta profesión que hemos elegido como para que gurúes de LinkedIn con dudosa experiencia de liderazgo nos presionen con sus exigencias demagógicas infundadas, dirigidas más para sus “likes” que para ayudarnos a quienes lideramos.
Liderar hoy es para este contexto y no para uno predecible, estable y amigable.
Van las preguntas, para ayudarte a masticar, degustar y recrear tu propia receta de liderazgo en los próximos meses.
1. ¿Qué está pasando aquí y qué me pasa con esta circunstancia? Esta pregunta va dirigida a que nos dediquemos a apreciar, comprender y proyectar la realidad en la que nos toca liderar, registrando justamente si la estamos aceptando en su complejidad o, por el contrario, si nos cuesta hacerlo, y porqué. Todo es válido al momento de comprender ¿Puedo encontrarle un sentido positivo para mi liderazgo al actual contexto?
2. ¿Cuál es mi trabajo? El buen liderar se vuelca a incidir junto a otros en las diferentes circunstancias, para promover crecimiento saludable y sostenible. Si todo está cambiando afuera, en tu organización, en tu equipo y en vos mismo/a. ¿Cuál es tu trabajo entonces? ¿Cómo vas a crear valor trascendente en la interdependencia? ¿Estás con ganas de hacerte cargo de eso? Nos lleva a la próxima pregunta.
3. ¿Y mi propósito? Como sé que vas a poder encontrar de qué manera crear valor desde tu liderazgo, la pregunta necesaria es si hacer eso, de una nueva forma y en este contexto mantiene vivo tu propósito de liderazgo. Recordá que sin propósito, el viaje del liderazgo se transforma en el yugo del tripalio. ¿Por qué y para qué quiero seguir liderando?
4. ¿Cuáles son mis redes? No te confundas con las preguntas anteriores, de carácter personal. Liderar es un proceso colectivo, distribuido y reticular, lo cual provee la capacidad de procesamiento, incidencia y apoyo requeridas para su efectividad. Por ello, te invito a que identifiques cuáles son las redes de liderazgo de las que formas parte, la salud de las mismas, en qué medida te sentís conectado/a con los demás y qué roles de incidencia jugas en esas diferentes redes.
5. ¿Cómo pienso crecer? Si venís bien con las respuestas anteriores, recién estás en el momento oportuno de identificar qué creencias, hábitos y competencias deberías desaprender y aprender para seguir vigente en tu trabajo de liderazgo. Ojo, vigente para vos mismo/a y para los demás… porque si no te legitimas a vos, es difícil que te legitimen los demás.
Te dejo este regalo en el Día Mundial de los Trabajadores. Que sea un día feliz para vos y para todos quienes lideramos por vocación. ¡A renovar el contrato! Porque nos necesitamos mucho… y no sobra ninguno de nosotros.
Mariano Barusso | Es Director General de Asertys, Consultoría en efectividad y transformación organizacional.
Imagen: Fluyendo por la historia (Praga, 2011)
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