Mariano Barusso

Picadillo de hijos

Son los hijos de Shakira y Gerard Piqué quienes están siendo «salpicados». Y son los únicos que saldrán «picados» como consecuencia del desamorado comportamiento de sus padres posmodernos.

 

Son los rehenes del ego, de la ambición desmedida y del ansia ciega por la popularidad. Esa trilogía maníaca que encuentra en toda circunstancia de la vida una oportunidad de monetización. Sin importar cual sea la circunstancia que hoy deba ser facturada.

Esas ansias macabras e inmorales conocen el algoritmo a la perfección: cuánto más dolorosa la situación, más morbo, ergo, más «clicks & views». El streaming explota mientras que la cabecita de los hijos de estos dos irresponsables implota (Implora, me sugirió el corrector automático).

Los pequeños Milan y Sasha cumplirán 10 y 8 añitos este enero. Los imagino shoqueados por este festejo anticipado de sus papis, pleno de despecho musicalizado y de cotillón hecho de contratos frescos. Una celebración bizarra. No hay ningún rap allí, solo el rapto de su derecho a la privacidad.

Deben estar muy angustiados, buscando a algún adulto maduro que los contenga y que los ayude a darle a este proceso interminable un sentido asimilable para su identidad y estima. Ya no necesitan papilla en la boca, solo que no los hagan picadillo a ellos.

Ante todo, lo que necesitan hoy de manera urgente es que los protejan de la impúdica mirada del mundo, que come sádicamente de la desgraciada mesa a la que mami y papi nos invitaron a todos, inclusive a marcas olvidadas.

Casio y Twingo hallaron también en la invitación a esta intimidad monetizable la carroña fresca para revitalizar su posicionamiento. ¿Revitalizar? Sí, las marcas se alimentan de consumidores, no de salud psicológica o familiar. Es cierto, algunas lo hacen con categoría y respeto, por eso perduran.

Cuando la ley parental se cae, solo podemos esperar algo malo en el desarrollo madurativo de los hijos y para la integración de la sociedad. Cuando esta ley es reemplazada por las leyes del mercado –un fenómeno carácterístico de nuestra hipermodernidad– el pronóstico es muchísimo peor.

El capitalismo de mercado requiere de cosas, no de otredades. No nos confundamos y ejercitemos la sospecha saludable: cuando la diversidad, la inclusión y el respeto son promovidos desde el mercado, es porque son necesarios para ser consumidos, no para refundar la ética de nuestra convivencia.

Es por eso que cuando millones de adultos consumen alegremente los productos de este perverso negocio tomando posición por Shakira o Piqué, están modelando el mismo extravío, para sí mismos, para sus hijos y para la sociedad que conformamos.

Luego nos sorprenderemos por sucesos de violencia juvenil, institucional y comunicacional que nos resultan «inexplicables». Tienen explicación, si demoramos el «like» y el «play» unos segundos, tomamos distancia reflexivamente y optamos por no ser cómplices adormecidos de las caras más oscuras de nuestra posmodernidad.

Milan y Sasha no eligieron esta experiencia a la que los dos «exitosos» personajes que tienen por padres los están sometiendo. Nosotros si podemos elegir no aportar vía streaming un dólar más a las obesas fortunas de ambos y pararnos a una distancia saludable de las estúpidas simpatías que despierta un comportamiento tan cruel.

Hagámoslo por Milan y Sasha, porque son nosotros. Todos nosotros.


Mariano Barusso | Es Director General de Asertys, Consultoría en efectividad y transformación organizacional.

Pilar, 15 de enero de 2023 © 2301153190784

 

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