Entre el estímulo y la respuesta se encuentra siempre el espacio para decidir, es el espacio de la libertad.
– Viktor Frankl
Frankl se refería a ese tiempo imprescindible en el cual darle sentido a lo que estamos percibiendo, sintiendo y pensando, para tomar decisiones o realizar otras acciones con un sentido más cierto para nosotros y los otros con quienes convivimos.
El imperativo de la velocidad y la hiperproductividad que caracteriza la cultura actual está comenzando a ser observado y cuestionado a nivel global, por el efecto limitante e inclusive dañoso que conlleva para nuestro vivir, nuestro emprender y nuestro trabajar.
La consciencia que emerge, en función de las señales de agobio y agotamiento previas a la pandemia a nivel de comunidades, empresas e instituciones en general, es que la eficacia es un criterio válido también para el bienestar. Más aun, que el bienestar es la condición para un buen desempeño en lo que emprendemos y para que ese desempeño sea más sostenible.
La idea central es que “solo rápido y siempre rápido, no es bueno”. Una idea que se encuentra fundamentada con suficiente evidencia por la investigación científica y la práctica misma en muchos campos de nuestra experiencia.
Uno de los movimientos que está pensando y afrontando este dilema de nuestro tiempo es el movimiento Slow, cuyo vocero principal es el periodista canadiense Carl Honoré. Este movimiento, que se comenzó a hacerse conocido por el activismo del italiano Carlo Petrini centrado en la “comida lenta” (slow food), hoy se expande día a día en el terreno de la educación, la medicina, el urbanismo y, poco a poco, en el mundo de las empresas.
La razón para que esto ocurra es nuestra misma condición como humanos. Todos sabemos que, para tomar buenas decisiones, desempeñarnos efectivamente o crear a partir de nuevas ideas necesitamos regular nuestro tiempo en el espectro que va de la velocidad a la lentitud.
Los individuos y comunidades efectivas en esta época son y serán aquellas que logren regular su tiempo conscientemente, para afrontar situaciones bien diversas de nuestro complejo presente: contemplar, conversar para comprender, idear posibilidades, diseñar cursos de acción, coordinar las acciones derivadas de esos acuerdos y, hasta inclusive, detenerse a reconocer los logros y celebrar el encuentro.
No tengo dudas que la creación de riqueza sostenible es más la consecuencia de esta concepción que de la agotada idea de “tener o no tener tiempo” para hacer lo que queremos hacer. Somos tiempo, y ese es nuestro desafío libertario.
📸 PD: Como estoy experimentando con la IA, aproveché este escrito para pedirle a #Firefly algunas imágenes alusivas. Tras unos segundos me brindó esta entre varias opciones. Mis reflexiones y emociones al respecto las iré desplegando en futuras publicaciones.
Mariano Barusso | Es Director General de Asertys, Consultoría en efectividad y transformación organizacional.
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Imagen de portada: “Flow” (Mariano Barusso – Sorrento, 2019).